PRIMO DE RIVERA CIERRA TEMPORALMENTE LA ESCUELA EN 1929
La prensa técnica de la época recoge noticias acerca de este incidente, pero leyéndolas no se entiende bien lo que sucedió. Para reconstruir la historia contamos con la prodigiosa memoria de don Ernesto Laporte, el cual nos relata lo siguiente:
“Miguel Primo de Rivera era General de Infantería, y hombre de mucho carácter. Por entonces los artilleros quisieron ser Ingenieros Industriales del Ejército. El general Primo de Rivera se enfadó con ellos y como castigo les quitó la dirección de las fábricas de armamento que el Ejército regentaba, con la intención de sustituirlos por ingenieros industriales “de verdad”.
Los alumnos y la Asociación Nacional de Ingenieros Industriales se negaron a sustituir en sus puestos a los artilleros, lo cual disgustó a Primo de Rivera.
En 1929 don Manuel Soto se entrevistó con Primo de Rivera. En una acalorada discusión criticó la decisión del militar, pues según don Manuel no se podía hacer un uso tan caprichoso de los ingenieros. Los artilleros agradecieron este gesto de solidaridad al señor Soto con una placa que siempre estaba presente encima de su mesa.
El 18 de Marzo de 1929 apareció en la Gaceta de Madrid una exposición de los hechos que dice así: “…la indisciplina de los alumnos y la ineficacia de los claustros para dominarla…no sólo lleva a tomar medidas disciplinarias, sino a exteriorizar el propósito que se abrigaba hacía tiempo de especializar la carrera de Ingeniero Industrial, confiando cada especialidad a cada una de las Escuelas existentes y teniendo en cuenta lo mal emplazada que está la Central, suprimirla, modificarla, o trasladarla”.
Para cerrar la Escuela y dividirla, era necesario que los catedráticos firmaran por escrito su renuncia a los derechos adquiridos por oposición. Firmaron todos los catedráticos menos tres: los hermanos Artíñano y don Alfonso Torán. Este último incluso continuó sus clases con los alumnos en las oficinas de su trabajo.
El 20 de Abril de 1929 aparecía una Real Orden, con las siguientes medidas:
- Apercibimiento de todo el profesorado numerario y amonestación del auxiliar excepto a: Ramón J. Izquierdo y Pedro de Artíñano, que se encontraban enfermos, Emilio Colomina, Alfonso Torán y Carlos Mataix, en cuya actuación demostraron celo.
- Apercibimiento a D. Juan Flores Posada, “por negligencia en el cumplimiento de sus deberes, dada su posición especial de Subdirector de Industria”.
- El Director de la Escuela era entonces D. José Morillo y Farfán, que junto con los profesores D. José Martínez Roca, D. Juan Usabiaga y D. Camilo Vega, fueron inhabilitados para desempeñar cargo alguno de autoridad académica.
- Cierre de la Escuela Central.
- Creación de una comisión asesora.
- Los alumnos de Madrid sólo podrán volver a examinarse como libres, y previa matrícula, en las Escuelas de Barcelona o Bilbao.
La Escuela volvió a abrirse en el otoño de 1929. La decisión se produjo en la Estación del Mediodía, que pertenecía a la compañía MZA (Madrid, Zaragoza, Alicante). El rey Alfonso XIII volvía de viaje, y en la estación le esperaba Primo de Rivera y José Antonio Artigas. Hay que recordar que el Rey era accionista de la empresa que Artigas había creado para producir tubos luminosos tipo Moore (los fluorescentes actuales). El rey, al apearse, preguntó a Artigas por la Escuela, quien contestó que la Escuela se encontraba cerrada. El rey quiso saber la razón, y Primo de Rivera respondió, “por algo que ya pasó”, a lo cual, Alfonso XIII contestó: “si ya pasó, que se vuelva a abrir”.
Así, tan sencillo como esta breve conversación, todo volvió a su cauce.
La Revista de Ingeniería Industrial dedica el Editorial de Noviembre de 1930 a este tema:
“En Marzo de 1929, clausurada la Escuela Central de Ingenieros Industriales, y anunciado por el Gobierno el propósito de suprimirla, tomó estado en las disposiciones oficiales la idea de dividir la carrera en especialidades, como castigo a supuestas indisciplinas. Para ese fin, en abril del mismo año fue designada una Comisión, compuesta por el entonces Director General de Industria, como Presidente, tres ingenieros de diferentes ramas y los ingenieros industriales señores Soto y Artigas…”
Ni los alumnos, ni la Asociación Nacional estaban de acuerdo con dividir la carrera en especialidades. Veamos lo que dice la Revista de II en el mismo editorial:
“…Los alumnos de las tres Escuelas, con la independencia que les da su situación, han formulado unas peticiones cuya orientación coincide con la de la Asociación Nacional, y nuestro querido colega Ingeniería y Construcción,…se pronuncia en el mismo sentido en un interesante editorial, que termina con las siguientes palabras: “…todos los esfuerzos serán poco para acabar con ese fetiche de la especialización a ultranza que, junto con la exaltación del maquinismo, ha llenado el concepto del progreso durante varios lustros. Por algo resurgen hoy en todo el mundo los estudios de humanidades.”
A la salida del conflicto de 1929 Artigas fue designado como Director de la Escuela. Una de sus primeras decisiones fue organizar una visita colectiva de la Escuela de Madrid a la de Barcelona, con motivo de la Exposición Universal que se celebró en aquel año. En la fotografía que viene a continuación queda recogido un momento del viaje.
A pesar de que el año 1929 fue conflictivo, dio como fruto una excelente promoción, entre los que se encontraban por ejemplo: Pilar Careaga y Basabe, José María De Oriol y Urquijo y Ernesto La Porte Saenz.
El plan de 1926 no funcionó más que cinco años. Seguramente influyeron los problemas de 1929, así como el cambio de régimen con la llegada de la II República en Abril de 1931.
Este fugaz plan fue sustituido por el de 1931, que consistía en 6 cursos comunes, y sin especialidades. La Orden que aprobó el nuevo plan comenzaba así: “En vista de las dificultades que, en la práctica, ha presentado el desarrollo del plan de estudios de las Escuelas de Ingenieros…”, aunque no detalla cuáles fueron estas dificultades.
Con la llegada de la II República dimitió Artigas, pacíficamente. El Director era muy amigo del Rey Alfonso XIII, el cual había sido accionista de la empresa de Artigas para la producción de luz fría.
El nuevo director fue don Juan Usabiaga Lasquibar, que llegó a ser Ministro de Agricultura con la II República.
En Enero de 1932 la Escuela pasa a depender del Ministerio de Instrucción Pública.
Con la llegada de la II República se sucedieron en Madrid una serie de ataques contra instituciones religiosas, entre ellas el ICAI, que fue incendiado casi por completo el 11 de Mayo de 1931.
El Instituto Católico de Artes e Industrias nació para elevar la cultura y la preparación técnica de la clase obrera madrileña, en concreto, del ramo de la Mecánica y la Electricidad. Estas clases para obreros se impartían de seis a nueve de la noche y la matrícula era siempre gratuita.
Pronto se puso de manifiesto que una organización concebida sólo en ese sentido era incompleta. Si el ICAI quería ser un centro de formación industrial, entendían sus organizadores que debía ser lo más parecido posible a la vida de una industria real. Como la industria se compone no sólo de obreros, sino de contramaestres, técnicos, Ingenieros, administrativos… el Instituto creó las clases para Ingenieros Técnicos Mecánico-Electricistas .
Las fechas fueron las siguientes:
1908: se inaugura una escuela elemental en la que se forman en una carrera de cuatro años Peritos mecánico-electricistas, estableciéndose además Escuelas Nocturnas de Ajustadores, Forjadores y Obreros electricistas.
1912: comienzan las enseñanzas para formar Ingenieros técnicos mecánico- electricistas. El estado no muy avanzado de la industria española indujo a no separar estas dos ramas de la Ingeniería, que en las escuelas extranjeras constituían especialidades diferentes.
1920: se modifican los planes de estudio para adaptarlos a los profundos cambios operados en todos los procedimientos de construcción durante la Guerra Europea. En 1926 volvieron a modificarse.
1931: el 11 de Mayo un grupo de bándalos incendiaron el edificio del ICAI, del cual sólo se salvó el edificio de talleres. Las clases continuaron temporalmente en el Instituto Gramme, de Lieja. Era ésta una Escuela de Ingenieros Técnicos del mayor prestigio de Bélgica, y que dio autorización para reconocer y revalidar sin previo examen los estudios efectuados en el ICAI.
1932: En enero se publica el Decreto por el que se nacionalizan los bienes de la Compañía de Jesús, y en Marzo se ceden a la Escuela Central parte de los locales que ocupaba el ICAI. Parece que esta ocupación no se llevó a cabo, y en 1939 todo fue devuelto a la Compañía.