AULA PUIG ADAM
Pere Puig i Adam (Barcelona, 1900 – Madrid, 1960) fue un matemático, ingeniero y un pedagogo que innovó notablemente en la enseñanza de las matemáticas en España.
Puig nació en el seno de una familia acomodada barcelonesa. Su padre era secretario de la Maquinista Terrestre y Marítima (MTM), una empresa fundada en Barcelona en 1855 que fabricaba todo tipo de maquinaria pesada. Lo que le acercaría al mundo de la Ingeniería Industrial desde pequeño, y cuando fue mayor, pudo trabajar durante los veranos en la MTM. El padre le envía al Instituto Franklin en Lyon, Francia, donde pasa quince meses. Al regresar a España, continuó su educación en Barcelona, asistiendo al Instituto de Segunda Enseñanza, pero regresó al Instituto Franklin en Lyon de mayo a octubre de 1912.
En 1917, Puig Adam ingresa en la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona y, de forma simultánea, estudia matemáticas en la Escuela de Ciencias Exactas que se encontraba en el mismo edificio. Después de dos cursos, decide enfocarse totalmente en el campo de las matemáticas, y abandona la Escuela de Ingenieros Industriales. El profesor de geometría descriptiva y geometría de posición en la Universidad de Barcelona, Antonio Torroja Miret (1884-1954), le introduce en el mundo de la geometría proyectiva, lo que le influirá en el futuro en sus trabajos académicos.
Después de graduarse de la Universidad de Barcelona, Puig Adam fue a la Universidad Central de Madrid para completar sus estudios de doctorado. En 1921, publica su tesis titulada “Resolución de algunos problemas elementales en Mecánica relativista restringida”. Tras lo que comenzaría con su labor docente.
El 13 de abril de 1925 contrajo matrimonio, en Barcelona, con María Luisa Álvarez Herrera. Pocos meses después, en octubre, Puig solicitó una beca al International Educational Board de la Fundación Rockefeller para ir a estudiar Topología y Teoría de Funciones a Múnich, bajo la dirección del profesor Constantin Carathéodory. La beca le fue concedida, pero durante el viaje, en 1926, Puig cayó enfermo en Lyon, y los médicos le recomendaron reposo durante unos meses, de modo que tuvo que renunciar a la beca y regresar a Madrid. Durante su forzado reposo, Puig se preparó para optar a la plaza vacante de la Cátedra de Matemáticas en el madrileño Instituto de San Isidro, que consiguió obtener.
Durante la etapa en el Instituto San Isidro, compaginó la elaboración, junto al matemático Julio Rey Pastor, de distintos libros sobre métodos de enseñanza de las matemáticas a distintos niveles con los estudios de Ingeniería Industrial, que termina en 1931. Ese mismo año ingresa como profesor de Cálculo en la Escuela Superior Aerotécnica, y en 1932, como profesor auxiliar de Análisis Matemático en nuestra Escuela de Ingenieros Industriales. De esa época, uno de sus estudios más destacados es sobre la estabilidad del movimiento de las palas del autogiro, trabajo que ayudó a Juan de la Cierva para mejorar su invento.
Al comenzar la Guerra Civil, se traslada a Barcelona y continúa su trabajo como docente en la Escuela de Ingenieros Industriales y el Institut-Escola de Barcelona.
Finalizada la guerra, Puig regresó a Madrid, donde volvió a ocupar la Cátedra de San Isidro y su puesto de profesor auxiliar en la Escuela de Ingenieros Industriales, en la que obtendría por oposición en 1946 la Cátedra de Extensión de Cálculo.
Todo ello contribuyó a abrirle las puertas de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en la que ingresó el 5 de marzo de 1952 leyendo el discurso Matemática y Cibernética, que reflejaba su entusiasmo por unos nuevos temas de estudio, los servomecanismos, la teoría de la información y sus aplicaciones y que fue contestado por Antonio Torroja Miret. Al año siguiente, a instancias de Rey Pastor, se creó el Instituto de Cálculo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que tenía como principal objetivo aplicar la matemática a los problemas de la ciencia y de la técnica, especialmente los de carácter numérico que en esa época empezaban a ser abordados sistemáticamente mediante los primeros ordenadores. Puig fue uno de los colaboradores de este Instituto, estudiando los métodos matemáticos para el diseño de circuitos electrónicos de cálculo.
Durante sus últimos años, Puig Adam se dedicó intensamente a la didáctica de la Matemática. Reconocido ampliamente como la persona más competente en el campo de la pedagogía de las Matemáticas, Puig fue encargado en 1956 de la Cátedra de Metodología de las Matemáticas en la Facultad de Ciencias de Madrid. También fue nombrado director de la Sección de Didáctica de la Matemática del Centro de Orientación Didáctica del Ministerio de Educación.
En 1958 la Dirección General de Enseñanza Media pidió a Puig que reuniese en una publicación la mayor parte de los trabajos de carácter pedagógico, tanto conceptuales como prácticos, que había ido escribiendo a lo largo de su vida. La monografía vería la luz con el título de La Matemática y su enseñanza actual y recogía reflexiones, metodología y ejemplos de Puig sobre la docencia de las matemáticas, sobre todo, en la enseñanza media. Una herramienta poderosa para atraer la atención hacia una asignatura que era vista en ese ámbito de la enseñanza como excesivamente árida y abstracta, y que aún, sigue siendo utilizada como referente para muchos profesores.
Actualmente, en honor a su trabajo pedagógico, hay un aula llamada “Puig Adam” en nuestra Escuela, que intenta mantener el aspecto y la esencia de las clases en la que impartía el profesor en su época.