EL PALACIO DE LA INDUSTRIA Y LAS ARTES
En 1878, el Rey Alfonso XII ordena construir, como regalo a su prometida Mercedes de Orleans, un complejo de ocio que comenzaba en la actual plaza de San Juan de la Cruz y cuya atracción principal era el hipódromo.
Este estaba destinado principalmente para el disfrute de la familia real y la alta sociedad madrileña que vivía en grandes palacetes a lo largo del Paseo de la Castellana. De hecho, se convirtió en lugar habitual de reunión de las altas esferas de la capital, que demandaban un lugar para la celebración de la “Exposición Nacional de Industria y de las Artes”, en 1881.
El lugar elegido fue una de las colinas cercanas al hipódromo, o también llamadas, “Los Altos del Hipódromo”. Y el encargado, el arquitecto Fernando de la Torriente, que tras su muerte un año antes de la entrega (1887), fue relevado por Emilio Boix.
El edificio está influenciado por la corriente arquitectónica neoclásica francesa “Beaux Arts”. Se trata de una estructura de planta rectangular con dos patios interiores, un cuerpo central adelantado que formaba la entrada y un remate posterior con un ábside. Y todo coronado por una cúpula de 22,3 metros de diámetro. Su fachada principal cuenta con 26 arcos de medio punto y en sus extremos hay dos pabellones salientes con grandes ventanales. En su interior el techo se sostiene por columnas de hierro fundido y el cuerpo principal lo forman una galería de tres naves. Fue pionero en Madrid por la utilización del hierro en su estructura.
El Palacio pretendía ser una demostración del arte y la cultura españolas, de hecho, su fachada contaba con numerosas esculturas de piedra, actualmente desaparecidas y jardines interiores de estilo victoriano, que posteriormente fueron desplazados por edificios auxiliares. Pero desgraciadamente, tras su inauguración en 1887, las exposiciones nacionales de Bellas Artes solo duraron hasta 1899.
Por ello, en 1906, el científico Ignacio Bolívar y Urrutia solicita Ministerio de Instrucción Pública trasladar la sección Entomología del Museo Nacional de Ciencias Naturales al edificio, y un año después, la Escuela de Ingenieros Industriales.
Los Altos del Hipódromo se convirtieron en unos de los epicentros del desarrollo de la ciencia en Madrid. Nuestro edificio fue sede de organismos como El Museo del Traje, Laboratorios de la Junta para Ampliación de Estudios y el Laboratorio de Investigaciones Físicas o el Instituto “Torres Quevedo”, ahora situado en la parte de atrás de esta manzana, e incluso, un Cuartel de la Guardia Civil. Y alrededor del Palacio, se fueron edificando pabellones que la Junta de Ampliación de Estudios dedicaría al Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales (1910), la Residencia de Estudiantes (1915) y otros edificios de estudio e investigación, llegando hasta el Instituto Ramiro de Maeztu (1929) entre otros.
De esta época en la que nuestra escuela fue la punta de lanza de la ciencia española e internacional debemos destacar el papel del inventor e ingeniero de caminos Leonardo Torres Quevedo y el físico Blas Cabrera, experto en magnetismo, director del Laboratorio de Investigaciones Físicas entre 1910 y 1937.
En 1933, el nuevo Gobierno de la República derribaría el hipódromo. En esos terrenos se comenzarán a erigir lo que conocemos como Nuevos Ministerios, obra que no acabaría hasta después de la Guerra Civil. Durante la cual, la escuela no fue bombardeada, pero sí bastante dañada.
A medida que pasaron los años, se fueron añadiendo edificaciones alrededor del Palacio y el Jardín de la fachada fue varias veces modificado. En 1962 fue solicitado el reconocimiento del Palacio como Bien de Interés Cultural. Y en 1979 la cúpula y la fachada principal fueron restauradas por Amparo Berlinches, que recuperó el lucernario. En 2009, se hizo otra gran reforma en la que se restauró la cúpula y la base donde se encuentra. Quedando el Edificio que conocemos como nuestra Escuela.