BIBLIOTECA MARÍA MOLINER
María Juana Moliner y Ruiz fue una bibliotecaria, filóloga y lexicógrafa española, autora del Diccionario de uso del español.
Moliner nació en 1900 en la localidad de Paniza (Zaragaoza) en el seno de una familia acomodada de tres hijos. Pronto, se mudaron a Madrid y los hijos ingresaron en la Institución Libre de Enseñanza. Esta iniciativa del intelectual Francisco Giner de los Ríos pretendía enseñar a partir de la intuición y no la memorística, desarrollar un pensamiento crítico y una moral propia, lo que se contraponía al sistema educativo de la época.
En 1914, el padre abandona la familia por otra familia que había fundado en sus viajes a Argentina, por lo que Moliner se ve obligada a dar clases particulares para mantener a la familia. Mientras, seguiría estudiando hasta que consigue ingresar en Estudio de Filología de Aragón, donde colaboraría en la elaboración del Diccionario aragonés; simultáneamente se licenciaría en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza.
En 1924, aprueba las oposiciones del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y es destinada a Simancas, luego Murcia, y finalmente, Valencia. En Murcia conoce a Fernando Ramón Ferrando, catedrático de Física General en la Universidad de Murcia, con el que se casa en 1925 y tiene 4 hijos.
De 1929 a 1939, durante la Segunda República, colaboró con la política bibliotecaria nacional, colaborando con la Institución Libre de Enseñanza en las Misiones Pedagógicas. Que en palabras de su fundador, Manuel Bartolomé Cossio en diciembre de 1931, se definían como:
“Somos una escuela ambulante que quiere ir de pueblo en pueblo. Pero una escuela donde no hay libros de matrícula, donde no hay que aprender con lágrimas, donde no se pondrá a nadie de rodillas como en otro tiempo. Porque el gobierno de la República que nos envía, nos ha dicho que vengamos, ante todo, a las aldeas, a las más pobres, a las más escondidas y abandonadas, y que vengamos a enseñaros algo, algo que no sabéis por estar siempre tan solos y tan lejos de donde otros lo aprenden, y porque nadie hasta ahora ha venido a enseñároslo; pero que vengamos también, y lo primero, a divertiros”.
En esa época también participa en la Junta de Adquisición de Libros e Intercambio Internacional, cuya finalidad era dar a conocer al mundo los libros que se editaban en España, y desarrolló un amplio trabajo como vocal de la Sección de Bibliotecas del Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico, en la que Moliner fue encargada de la Subsección de Bibliotecas Escolares. Incluso, durante la Guerra Civil, Moliner seguiría buscando formas para que los soldados republicanos siguieran teniendo a su disposición libros y la cultura española.
Tras la Guerra Civil, ambos sufrieron la depuración franquista del magisterio español, su marido perdió la cátedra y Moliner fue relegada al Archivo de Hacienda de Valencia. En 1946 su marido recupera la cátedra de Física, pero en la Universidad de Salamanca, y Moliner intentando que la familia esté cerca de su padre, busca un destino lo más cercano posible. Por tanto, solicita su incorporación a la Biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid, llegando a ser su directora hasta su jubilación en 1970.
Durante la época en la que trabajó en nuestra Escuela, comenzó un proyecto que siempre había querido realizar; crear un diccionario desde cero. El proyecto fue tan ambicioso que le llevó quince años terminarlo. Finalmente fue publicado en 1966, bajo el título del “Diccionario del Uso del Español” (DUE.), en la Editorial Gredos. Esta obra se caracteriza principalmente por la revisión de las definiciones tradicionales, ya que, muchas de ellas, establecidas por la DRAE en el siglo XIX, ya no se adaptaban al español usado a mediados del siglo pasado. Además, la DRAE caía en muchas ocasiones en el error de definir en base a un sinónimo cuya definición te devolvía a la original, por ejemplo, definir “encontrar” con “hallar” y “hallar” con “encontrar”.
El legado de María Moliner en nuestra lengua es enorme. El “Diccionario del Uso del Español” tiene varias ediciones, reformuló la manera de definir las palabras por la DRAE, incluso fue propuesta para ocupar un sillón en la Academia, pero parece que le hecho de ser mujer hizo que no fuera admitida. Como titulaban sus necrológicas, tras su muerte en 1981: «Una académica sin sillón».