La revista "Madrid Científico"
La principal fuente de información acerca del primer tercio de siglo de la Escuela de Industriales de Madrid ha sido la revista Madrid Científico. Para entender mejor la información que esta revista ofrecía, es conveniente relatar brevemente cómo surgió:
A finales del siglo pasado, dos aventajados alumnos de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, se declaraban en rebeldía contra el espíritu excesivamente tradicional, que a su entender, imperaba en aquella Escuela. Sus nombres: Augusto Krahe y Francisco Granadino. Al dúo se unió Federico de la Fuente, que luchaba para que las Escuela de Artes y Oficios, reducidas casi exclusivamente a la enseñanza del Dibujo, se encauzaran por el derrotero de las enseñanzas técnicas.
A Krahe, a Granadino y a Federico de la Fuente les unió la rebeldía, y un común espíritu de transformación. El fruto de este grupo fue la creación de la revista Madrid Científico .
La revista comenzó su andadura a finales del siglo pasado, y vivió hasta el principio de la Guerra Civil. Era una publicación magnífica. Recogía información acerca de todas las especialidades de la ingeniería civil española, así como numerosas traducciones de revistas extranjeras. Sin embargo, era muy diferente de las revistas que podemos leer actualmente. Al rigor propio de la Ciencia y de la Técnica unía personalidad e independencia de pensamiento. Eran frecuentes los artículos irónicos y mordaces sobre temas candentes, especialmente durante los primeros años del siglo. Quizás el más duro de todos era D. Augusto Krahe, pero su crítica está fundada en casi todos los casos. Es normal que criticase aspectos de la reabierta Escuela de Ingenieros Industriales, pues conocía muy de cerca el ambiente de la enseñanza. Era profesor en su propia academia preparatoria, así como en la Escuela de Artes y Oficios.
Krahe desarrolló paralelamente una intensa labor investigadora en las Matemáticas, sobre todo en la Geometría. Muchos de sus trabajos han quedado recogidos en la revista Mathesis.
Para reconocer sus investigaciones, Torres Quevedo le propuso como académico de la de Ciencias, siendo nombrado en 1912.
También ayudó a Raimundo Fernández Villaverde a salir del laberinto de cuentas después de la pérdida de Cuba en 1898.