EL BOLETÍN DE ALUMNOS DE LA ESCUELA CENTRAL DE INGENIEROS INDUSTRIALES
En 1915 nació el Boletín de Alumnos de la Escuela Central de Ingenieros Industriales, que sólo duró hasta 1917. La idea partió de un alumno, D. Emilio D’Ocón Cortés, a raíz del viaje de curso a la Escuela de Bilbao. La declaración de principios es muy elevada a pesar de que su redacción es un poco enrevesada:
“Hechos al árido ambiente de la vida académica española durante muchos años, llevamos ya con la voluntad un tanto adormecida, la semilla del cansancio espiritual y de la desesperanza; pero hay aún, sin embargo, en nosotros una parte sana y vigorosa que hoy se revela, pretendiendo salir, y sacar á los que nos sigan, de los mezquinos moldes de la enseñanza técnica oficial.
Queremos popularizar, socializar nuestra Escuela, convertir lo que hoy es absurda torre de marfil de unos cuantos elegidos de la fortuna, en escuela de todos, en fuente pública de enseñanza”.
En la edición del Boletín contaban los alumnos con la ayuda del Director y de don Gervasio de Artíñano. El aspecto del Boletín es magnífico y muy profesional. En algún número podemos encontrar firmas renombradas, como la de Gervasio de Artíñano, Carlos Mataix, o Juan Flores Posada. También recoge el Boletín una carta de Don Miguel de Unamuno. Desgraciadamente los escasos números del Boletín no se conservan en la Biblioteca de nuestra Escuela, pero sí en la Biblioteca Nacional, signatura D-5741.
En el primer número aparece un artículo del entonces Director, don Emilio Colomina, titulado “Mis Propósitos”, y donde expone los retos a los que se enfrenta en su labor. Por ejemplo, habla del traslado al Palacio, que acababa de terminar, de los intentos por conseguir para la Escuela los locales que ocupaba la Guardia Civil o de las gestiones para conseguir una sala de máquinas y un pabellón en sustitución del que se cedió al Museo de Ciencias para la instalación del “Diplodocus”.
También cuenta don Emilio las peticiones que ha dirigido al Ministerio para formar y sostener un Museo Industrial permanente, así como un Museo Social, “donde tanto los ingenieros como los encargados de velar por la salud de sus operarios y de preservarles de accidentes, puedan conocer e informarse de los aparatos de protección hoy existentes, y examinar las instalaciones higiénicas, sociales, de previsión y culturales…”
Finalmente agradece al fundador de la Escuela, conde de Romanones, “así como a su más decidido patrocinador, Exmo. Sr. D. Faustino Rodríguez San Pedro, a quien se debe el local que hoy ocupamos”.
El artículo mas divertido de los del primer número es el que se titula “Recuerdo de un Itinerario, impresiones no industriales de un viaje industrial”. En éste se relata un viaje de estudios que realizaron los alumnos de la Escuela por Barcelona, Bilbao, Valencia… Llama la atención la descripción que hacen de la Universidad de Barcelona: “En Barcelona, la Diputación lo encuentra todo, para su Universidad Industrial, extraordinariamente pequeño, lo quisiera aún más grande; aquí con frecuencia nuestros centros oficiales lo encuentran todo extraordinariamente grande, lo quisieran aún más pequeño…”
El 6 de Mayo de 1916 accedió a la Dirección de la Escuela D. José Morillo Farfán.