MANUEL SOTO REDONDO

Nació Don Manuel en Madrid, el 15 de Noviembre de 1882, en la calle del Colmillo. Su padre era ayudante de Obras Públicas.

Estudió bachiller en el Instituto de San Isidro, y posteriormente ingresó en la Escuela Central de Ingenieros Industriales el mismo año en que fue reabierta, 1901. Terminó en 1906, junto con otros 10 compañeros, y con el número uno de la promoción. Su proyecto fin de carrera fue un Tranvía eléctrico de Madrid al Pardo con salida de hora en hora.

Recién terminado abrió una academia de preparación de ingenieros en la calle de la Bolsa. Por esta academia pasaron muchos ingenieros, como por ejemplo D. Clemente Cebrián, D. Ernesto Laporte, y el señor Abollado fue profesor en ella.

Labor profesional

La industrialización de España se encuentra en pleno crecimiento, y las líneas de trenes y tranvías dan trabajo a multitud de ingenieros. Tanto es así, que don Manuel comienza a trabajar en el ferrocarril de Soria, donde permanece once meses. A continuación entra en la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Cáceres y Portugal con el cargo de Ingeniero Agregado a la División de Material y Tracción, sin sueldo. Su primer sueldo vino del Estado, a través de la Dirección General de Obras Públicas, que le nombró Ingeniero Mecánico Segundo.

Además de los trabajos relacionados con los ferrocarriles, realizó estudios distintos, como por ejemplo:

  • Proyecto de aprovechamiento del salto de Villora (Cuenca).
  • Perito en el litigio entre la fábrica de vagones de Beasaín y la compañía minera Sierra Menera.
  • Proyecto para el transporte de carbones desde la mina de hulla La Extranjera a la estación de ferrocarril de Ciudad Real a Badajoz.
  • Instalación del motor a gas pobre en la fábrica de harina de Melgar de Fornamental.
  • Sustitución de la máquina de vapor de la fábrica de harinas de S. Gerardo (Fuentes de Andalucía) por un motor a gas.
  • Miembro de la comisión encargada de estudiar el alcantarillado y la distribución de aguas de la ciudad de Cartagena
    En 1921 tomó posesión del cargo de Diputado a Cortes por el distrito de Pastrana. En 1931 fue nombrado Socio de Honor de la Asociación Nacional de Ingenieros Industriales (ANII), y en 1936 de la Federación Española de Asociaciones de Ingenieros Industriales (FEANII).

Don Manuel Soto fue amigo de dos hombres muy importantes de este siglo. Uno de ellos, el Conde de Romanones, que le nombró albacea de su testamento. Junto con el Conde de Velayos, hijo del Conde de Romanones, fundó la empresa naviera Carbones Figueroa y Soto , que transportaba carbón de Inglaterra a España durante la Primera Guerra Mundial.

El segundo personaje relevante con el que tuvo relación don Manuel Soto fue don Juan March. J.J. Alzugaray afirma en su libro Ingenieros Egregios, que don Manuel ayudó al señor March a escapar de la cárcel, poco antes de que comenzara la Guerra Civil, y que le trasladó en coche hasta Gibraltar. Por aquella época don Manuel ya era director de dos de las empresas del grupo March: los astilleros Unión Naval de Levante y la Compañía Transmediterránea. En la revista DYNA aparece en 1952 un reportaje que recoge la celebración de las bodas de plata de don Manuel Soto al frente de estos astilleros. Los años pasados en la Unión Naval de Levante no fueron especialmente fáciles, sin embargo, el señor Soto supo salir siempre a flote. En una ocasión, para hacer frente a una huelga de remachadores, él y sus colaboradores se pusieron el mono e hicieron el trabajo de estos operarios.

La Guerra Civil sorprendió a don Manuel de veraneo en El Escorial. Consciente de que le buscan para detenerle, se refugió primeramente en el Hotel Victoria de Madrid. De allí marchó a Barcelona, y encontró cobijo en la legación de Noruega. Logró escapar a Francia, desde donde regresó al bando nacional. Instaló a su familia en Sevilla y se incorporó al Ejército como capitán de ingenieros en una Bandera de la Legión. Acabó formando parte de las tropas que entraron en Madrid en marzo de 1939.

Don Manuel Soto al frente de la Escuela

El 20 de Octubre de 1928 fue inscrito en el Claustro extraordinario de la Escuela Central de Ingenieros Industriales. De esta manera comenzó su relación con la Escuela, la institución a la que más quiso de entre todas a las que prestó sus servicios.

En 1940, después de la Guerra Civil, fue nombrado Director de la Escuela Central de Ingenieros Industriales de Madrid. Aunque este es el cargo que más le costó abandonar al señor Soto, llegó a él de una forma repentina. Artigas había sido nombrado Director por segunda vez justo al término de la Guerra, pero una algarada de estudiantes le obligó a dimitir. Entre profesores y alumnos buscaron un sustituto. El elegido: don Manuel Soto, que fue propuesto al entonces Ministro de Educación, Sr. Ibáñez Martín.

Soto al principio se resistía por la gran amistad que le unía a Artigas. Finalmente accedió, pues su negativa supondría el que un militar se hiciera cargo de la Escuela. Aún así, el señor Soto exigió las siguientes condiciones:

  • que le fuera aceptada una carta de renuncia al cargo con la fecha en blanco.
  • que su sueldo fuera empleado íntegramente para becas de alumnos necesitados.

Ésta última condición se cumplió realmente. D. José Molina, que durante muchos años fue el habilitado de la Escuela, cuenta cómo hacía las mensualidades para los alumnos elegidos, no era una gran suma, pero en general era suficiente para pagar a cada uno de ellos el colegio mayor, los libros, o lo que fuera menester.

La situación en la Escuela en 1940 era un tanto caótica. Después de tres años de contienda el edificio se encontraba en estado ruinoso. Su primer trabajo consistió en rehacer las dependencias, y elaborar una reglamentación y un plan de estudios adecuado, más comprimido y simplificado para recuperar de alguna manera el tiempo perdido. Para tan ardua misión contó con la ayuda constante de su gran amigo y compañero D. Adelardo De Lamadrid Martínez , que durante muchos años trabajó a su lado como Subdirector, pero sobre todo, como primer colaborador y consejero.

Después de la Guerra el clima reinante entre los alumnos había cambiado. Muchos murieron en el frente, y los que sobrevivieron se reincorporaban con sus uniformes militares y convertidos en hombres maduros por la Guerra. Según relata la hija de don Manuel, Dª. Paloma Soto, el Director supo siempre resolver las tensiones y conflictos con estos alumnos.

En el plano académico, uno de los mayores logros del señor Soto fue estrechar las relaciones entre las tres Escuelas que había entonces: Madrid, Bilbao y Barcelona. El nuevo Director buscaba unificar criterios respecto a la selección de alumnos, contenido de programas, ordenación de las cátedras y selección del profesorado. Se prepararon para este fin reuniones en el Monasterio de Piedra y también en Zarauz. Tal fue el grado de entendimiento, que en 1943 se unificaron las tres Escuelas, pasando a tener al señor Soto como único Director. Esta unión no duró más que cuatro años, pero algunas de las decisiones de entonces se aceptan hoy como normas indiscutibles.

En el aspecto docente creó un espíritu de trabajo e investigación en todas las cátedras, cuyos laboratorios perfeccionó con activas gestiones personales con el Ministerio y con empresas privadas. Creó el Patronato de los Laboratorios de la Escuela, constituido por profesores y hombres de empresa. Uno de los logros del Patronato fue el Laboratorio Central de Electrotecnia.

Don Manuel también prestó su apoyo en los inicios del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas. Este proyecto nació en 1943 y sus principales promotores fueron D. Adelardo de Lamadrid y D. Victoriano López. Las dependencias del Instituto se construyeron en la parte trasera de la Escuela. Posteriormente, y conforme el número de alumnos iba en aumento se creó la Escuela Oficial de Cinematografía, primero en la calle Monte Esquinza y después en la Carretera de la Dehesa de la Villa.

Con la ayuda de algunas empresas creó el Servicio de Publicaciones de la Escuela, que facilitó y estimuló la publicación de las obras de los profesores, en condiciones económicas inigualables.

Don Manuel Soto ha sido quien más tiempo ha permanecido al frente de la Escuela: de 1940 a 1963. Abandonó este puesto con 81 años, quedando como “Director Honorario”. Una muestra de la pasión que sentía por la Escuela es que intentó con todo su empeño que le sucediera en el puesto don José María De Oriol y Urquijo. Prolongó su actividad todo lo que pudo pero no consiguió ver realizado su deseo.

También se preocupó el señor Soto de crear un buen ambiente entre profesores y alumnos. Fomentó las fiestas de paso del Ecuador, y la popular Fiesta del Borrego , que todavía celebramos, nació para representar humorísticamente la llegada de los nuevos alumnos y la vida que les esperaba dentro. Se creó la fiesta de iniciación al curso académico, con una misa y una recepción de los nuevos alumnos, a los que dirigía una bienvenida en presencia de todo el Claustro, al que después reunía en una comida fraternal.

Las despedidas a los ingenieros que acababan eran todavía más emotivas. La revista Dyna, órgano de la Asociación Nacional de I.I., dedicaba todos los años un buen artículo con fotos incluidas al acto de entrega de títulos a los recién graduados. El director siempre logró la asistencia de personalidades importantes. He aquí algunas de ellas:

  • 1942, pág. 43: Acompañaban al Sr. Ministro de Educación en la Presidencia del acto, el Ministro de Industria, Subsecretarios de Educación y de Industria, Presidente y Vicepresidente del INI, Secretarios Técnicos de ambos departamentos, Directores de Industria, y de todas las Escuelas Especiales de Ingenieros, Rector de la Universidad, Presidente del Consejo de Economía, Director de la Escuela, señor Soto, el cual sentó a su lado al Conde de Romanones, fundador de la Escuela de Madrid. El señor Soto, en breves y emocionadas palabras tiene un recuerdo para los 170 caídos en la Guerra, y principalmente para los alumnos que deberían terminar con los que hoy reciben el título. Al leer la lista de los caídos, los asistentes responden con la palabra: ¡PRESENTES!. Después envía un saludo a los que están combatiendo con la División Azul.
  • 1943, nº1: Presidieron el acto con el Sr. Ibáñez Martín, el subsecretario de Industria, Sr. Granell; director del INI, D. Juan Antonio Suances; rector de la Universidad de Santo Tomás de Manila, R.P. Sancho; Director de la Escuela de Ingenieros Industriales,
    D. Manuel Soto Redondo; Director General de Arquitectura, D. Pedro de Muguruza; Director Honorario de la Escuela, D. Ventura Agulló de la Escosura; Director del Instituto de Ampliación de Estudios, Sr. Artigas; Vicerrector de la Universidad Central,
    D. Julio Palacios; Presidente del Instituto de Ingenieros Civiles, Sr. Torroja; Presidente de la Diputación, Sr. Nieto Antúnez; Director de la Escuela de Minas, D. Pío de la Escosura; Presidente del Consejo de Industria, Sr. Montes Garzón; Directores de los institutos de Cultura Alemán e Italiano, profesores Heinermann y De Zuani; Claustro de Profesores, y representantes de las distintas Escuelas Especiales de Ingenieros. La lección magistral fue del catedrático de Química, Sr. Martínez Roca.
  • 1956, pág. 268: Entrega a la 98 promoción con la presencia del Ministro de Industria, señor Planell, subsecretarios de Educación Nacional, señor Royo Vilanova, de Industria, señor Suárez, el director de Industria, señor García Usano, presidente del Instituto de Ingenieros Civiles, señor Marín, presidente del Consejo de Industria, señor Artigas, así como el director, subdirector y secretario de la Escuela, señores Soto, Lamadrid, y Laporte. Entre los asistentes se encontraban también representantes de todos los cuerpos de Ingenieros Civiles. La lección de honor corrió a cargo del señor Barrón, profesor en la Escuela de Bilbao.

Tenemos que recordar que son estos años de posguerra en los que la reconstrucción de España da ánimo a todos los profesionales, pero sobre todo a los ingenieros. No es de extrañar que los discursos que se pronunciaban en estos actos estuvieran teñidos de un
alto contenido patriótico.

En 1952 (con dos años de retraso) se celebraron los actos conmemorativos del centenario de la carrera. Don Manuel, como Director de la Escuela era el responsable de que todo quedara a la altura de las circunstancias. El centenario resultó un rotundo éxito, y contó con la presencia de Franco.

Foto: Imagen del discurso de Soto en la clausura del centenario. (Tomada de los vídeos del NO-DO)

Don Manuel Soto al frente de las instituciones

Paralelamente a la labor al frente de la Escuela desarrolló don Manuel un gran trabajo en la Asociación Nacional de Ingenieros Industriales. Ocupó la presidencia de la Asociación desde el 20 de Enero de 1940 hasta 1962, año en que fue sustituido por don José María Oriol y Urquijo. Fue presidente del Instituto de Ingenieros Civiles en cuatro ocasiones: 1930, 1943, 1949 y 1955. También en 1940 fue elegido para la Vicepresidencia del Patronato Juan de la Cierva y Vocal Consejero de la Comisión Reguladora de la producción de metales del Ministerio de Industria y Comercio.

Debido a su gran dedicación a la Industria Naval, fue elegido en 1948 Vocal del Patronato de la Escuela Especial de Ingenieros Navales.

Esta serie de nombramientos y honores culminó en julio de 1948 cuando le fue concedida la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo que los obreros de los Astilleros de la Unión Naval de Levante habían solicitado para él y que le fue impuesta el 17 de Julio.

De derecha a izquierda: D. Guillermo Krahe; D. Camilo Vega; Armando René Flaubert, Subdirector de RENFE; D. Manuel Soto; Delegado de alumnos; D. G. de Enseñanzas Técnicas; J.A. Carranza, director de la Escuela de Delineantes; D. Carlos Rodríguez de Valcárcel, D.G. de Formación Profesional; D. Adelardo de Lamadrid.