ALFONSO TORÁN DE LA RAD
La familia Torán es de las que van dejando de generación en generación grandes frutos en la ingeniería. Su tío Dámaso fue Ingeniero de Caminos, y su hermano Manuel, Ingeniero Industrial en la Fábrica de Tabacos de Valencia.
Nació don Alfonso en Teruel, el 17 de Septiembre de 1886.
Sus estudios de ingeniería comenzaron increíblemente pronto, con tan sólo 15 años. Ángel Torán Tomás, hijo de Don Alfonso, recuerda oír hablar a su padre de la etapa en la que se daban las clases teóricas, en el “Colegio de Sordomudos”, lo que es hoy la Escuela Superior del Ejército, justo frente a nuestro edificio.
El señor Torán terminó la carrera en Madrid a la temprana edad de 20 años, con Matrícula de Honor en todas las asignaturas excepto en Dibujo. Dos años después ganó, tras una durísima oposición, la Cátedra de Análisis Matemático en la Escuela Central de Ingenieros Industriales. Esto le convierte, casi con seguridad, en el catedrático más joven que ha existido desde que comenzó la carrera.
Durante el conflicto de 1929 con la Dictadura de Primo de Rivera, D. Alfonso Torán fue el único catedrático, junto con los dos hermanos Artíñano, que no quisieron renunciar a sus derechos. Estos derechos de catedrático se obtenían al aprobar la oposición, y eran vitalicios. Por lo tanto, para poder trasladar a los catedráticos a otras Escuelas y cerrar la de Industriales, como quería Primo de Rivera, era necesario que renunciaran por escrito a estos derechos. Por este motivo, Torán y los dos hermanos Artíñanos fueron expulsados hasta que todo volvió al orden. Sin embargo, en el tiempo que permaneció cerrada la Escuela, el señor Torán continuó enseñando Matemáticas en las oficinas de las empresas eléctricas que él dirigía.
Siempre que comienza a caminar una empresa o una aventura, como fue la reapertura de nuestra Escuela en 1901, sucede que los que toman parte en los inicios quedan impregnados de un talante especial. Las amistades que nacen de estos años son inolvidables y el grupo de alumnos parece más bien una familia. Así es fácil entender la amistad que unió siempre a Torán y a Soto, que recién terminados crearon la empresa de montajes “Torán-Soto”.
Don Alfonso dirigió muchas de las empresas eléctricas del Conde de Romanones, como por ejemplo: Buenamesón, Teledinámica Turolense, Eléctrica Centro España, Eléctrica Este España… D. Alfonso Torán (hijo) (54) continuó la labor de su padre al frente de estas empresas eléctricas, propuesto por el Conde de Velayos (55) a su padre, el Conde de Romanones.
También fue socio fundador de Nuevas Gráficas S.A. junto con D. Carlos Mataix y el señor Nespral.
Las relaciones de don Alfonso Torán con ingenieros destacados de la época fueron una constante durante toda su vida. Era amigo de D. José Luis de Oriol y Urigüen, quien en una ocasión le pidió consejo acerca de quién sería un buen director de la Babcock & Wilcox. Torán propuso entonces a Don Leandro José de Torróntegui, íntimo amigo suyo, y a quien desde joven había animado para seguir la carrera de Ingeniero Industrial. El señor Torróntegui fue posteriormente Catedrático y Director de la Escuela de Bilbao, y el nuevo edificio lleva su nombre (Sobre la Escuela de Bilbao y el Sr. Torrontegui ver Vídeos del NO-DO). Años después, en 1946, el señor Oriol pidió a Torróntegui el nombre de un ingeniero idóneo para incorporarse al Equipo Técnico de Patentes Talgo S.A. Torróntegui propuso a D. Ángel Torán, hijo de D. Alfonso.
La Guerra Civil fue especialmente dura para don Alfonso Torán. Al poco de comenzar la contienda fue encarcelado en una “cheka”, de la que logró escapar milagrosamente. D. Alfonso había creado la Mutualidad Figueroa para atender las necesidades sociales de los obreros. Uno de ellos, un obrero anarquista que conocía su magnífica labor por los trabajadores, al enterarse de que D. Alfonso estaba encarcelado en una cheka, consiguió liberarlo. El señor Torán pasó directamente a su casa, pero su salud quedó muy resentida. En poco más de un año adelgazó 54 Kilos. Falleció en 1944 por problemas de corazón, a la temprana edad de 58 años.
Don Alfonso Torán fue un enamorado de su profesión, incluso en los últimos años de vida, aquejado de fatigas y problemas de corazón, acudía puntual a su cita con la clase. Su trato con los alumnos fue siempre muy respetuoso y tenía a gala aprenderse el nombre de todos ellos desde el primer día de curso. D. Clemente Cebrián recuerda a Torán como un gran profesor y como todo un dandy, muy elegante, con botines y plastrones. Para don Alfonso, ser Ingeniero Industrial era algo más que tener un título; era pertenecer a una profesión destinada a transformar España.
